El problema surge cuando el cuerpo genera reacciones estresantes una tras otra, aunque sean de baja intensidad, pero permanentes en el tiempo; el cuerpo pasa a encontrarse en un constante estado de alarma.
A esta circunstancia hay que añadirle dos hechos que empeoran la situación:
- Está estudiado que hoy en día, en los países avanzados dormimos de media una hora menos que hace sesenta años, y esto significa que nos reponemos peor del agotamiento que genera el constante estado alarma.
- Estos mecanismos de alarma, generados por el estrés, estaban destinados a “atacar” o “huir”, y sin embargo hoy los soportamos sentados en una silla del despacho, sin desahogar físicamente la energía contenida, manteniendo un estado de desequilibrio nervioso que acaba alterando el funcionamiento visceral.
Por eso, hoy en día intentamos salir de esta situación de alarma constante buscando estímulos estresantes intensos que nos retrotraigan a nuestra vida primitiva, nos disfrazamos de pequeños guerreros corriendo detrás de un balón o de forma ficticia bordeamos situaciones límite tirándonos de un puente sujetos por una cuerda elástica...
Cuando toda esa energía generada por el estrés cotidiano no se libera, por ejemplo haciendo ejercicio, el individuo entra en una situación de disconfort que intentará mitigar otorgándose premios y recompensas alimentarias (dulces, café, comida basura). Esto suele ser uno de los primeros síntomas de un individuo estresado.
EXPLICACIÓN DEL ESTRÉS DESDE LA MEDICINA MODERNA
Hoy en día, casi todos las áreas de la medicina asumen que el estrés es una de las causas, a veces la principal, de muchas dolencias que aquejan a los pacientes.
La visión que ofrece la medicina moderna respecto del estrés ofrece dos caras.
Por un lado se reconoce la relación directa entre el estrés y muchas patologías de diferentes especialidades médicas; dermatología, digestivo, ginecología, urología... Sin embargo, la forma de abordar estas patologías es la misma que si el origen no fuera el estrés, es decir, únicamente se trata de aplacar el síntoma, sin tener en cuenta la causa.
En el campo que más nos interesa, el dolor músculo-esquelético, el análisis es tan simplista que roza el ridículo; únicamente relaciona el estrés con el aumento de la tensión muscular, sin profundizar mucho más en la relación del estrés (y mucho menos de los problemas emocionales) con las dolencias músculo-esqueléticas.
EXPLICACIÓN DEL ESTRÉS DESDE LA MEDICINA ORIENTAL
Básicamente el estrés actúa sobre nuestro organismo de la misma forma que cualquier sobrecarga o agresión emocional que genere crispación y por tanto afecta en primer lugar alelemento madera de la medicina china (hígado-vesícula biliar) y frecuentemente los primeros síntomas que aparecen son los del elemento siguiente: el fuego (intestino delgado- sistema circulatorio y sistema nervioso) y a largo plazo acaba afectándose el elemento previo: el agua (riñón-vejiga).
Esta visión determina respecto al sistema músculo-esquelético la siguiente norma:
- El estrés a corto plazo provoca somatizaciones en la región dorsal y sobre todo cervical. En ocasiones más aisladas también repercutirá en la región lumbar derecha si existe una alteración del intestino delgado (como ya he explicado en el capítulo del intestino delgado).
- El estrés a largo plazo provoca somatizaciones fundamentalmente en la región lumbar. Por eso, sea cual sea el síntoma que está generando el estrés, una parte del tratamiento siempre irá encaminado a equilibrar el hígado y la vesícula biliar, aumentando así la capacidad de soportar el estrés, por este motivo estos órganos son tan importantes hoy en día en la medicina natural. Secundariamente y en función de los síntomas que se presentan, se tratarán de equilibrar otros órganos.
Es importante recalcar que el estrés que padecemos cada día, sin ninguna connotación emocional concreta, es decir, la sobrecarga de trabajo, las prisas o, simplemente, el que conlleva la costumbre tan extendida hoy en día de quitarle a nuestro organismo horas de descanso o de sueño, en numerosas ocasiones provoca que conflictos emocionales silentes, que hasta ese momento no habían provocado ninguna somatización, comiencen a hacerlo, actuando este estrés como un desencadenante que rompe con facilidad un equilibrio precario.